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Cómo mover a tu paciente si tiene movilidad limitada

La movilidad, o capacidad de desplazamiento en el medio que rodea al paciente es imprescindible para tener autonomía, siendo un componente esencial de la vida del hombre. En las personas ancianas depende de la interacción entre factores propios, como la habilidad y destreza motoras, la capacidad cognitiva y sensorio-perceptiva, el grado de salud o auto confianza, y los recursos ambientales y personales externos (los meramente físicos o arquitectónicos y los vinculados a actitudes de familiares y cuidadores).

En la incontinencia urinaria, la inmovilidad se distingue dependiendo la causa de pérdida de control urinario. Si se orina involuntariamente a cualquier hora (incontinencia por estrés), esto se debe a que los músculos del suelo de la pelvis se han ido debilitando con la edad.

Los problemas de vejiga hiperactiva se presentan ante la urgencia (deseo fuerte y repentino de orinar), una frecuencia de más de 8 veces en 24 horas. La fuga se produce al hacer una actividad física como toser, estornudar, levantar peso, entre otras.

Existen dos tipos de movilidad en pacientes:

Activas:

Son aquellas que puede realizar el paciente por sí mismo, bajo la supervisión de un cuidador. En ella se mueven tanto articulaciones como grupos musculares o zonas corporales. Para su realización pueden emplearse distintos dispositivos, tales como pesas, poleas, etc.

Pasivas:

En este caso las movilizaciones son realizadas por el cuidador en los distintos segmentos corporales. Se aplican en pacientes que no pueden realizar esfuerzo.

Para que la movilización de tu paciente no sea una actividad agotadora ni una fuente de riesgos y lesiones, es necesario considerar lo siguiente

1.- Adaptar el medio:

Si en el entorno de trabajo se realizan los cambios necesarios que hagan posible determinados desplazamientos, transferencias y movilizaciones se estará mejorando la situación global del paciente, ya que podrá desplazarse y desenvolverse con autonomía.

2.- Colaboración del paciente:

Si el grado de dependencia o patología lo permite, hay que incentivar a que el paciente participe activamente, permitiéndole explotar las capacidades de movimiento que aún posea.

3.- Orientar al paciente:

Comenzar cualquier manejo del paciente pidiéndole que mire o gire la cabeza, en la dirección en la que se le va girar o desplazar, esto porque siempre que movemos la cabeza nos indica la dirección en la que lo hacemos, acompañando y guiando al resto del cuerpo cuando se cambia el sentido, la dirección, o el plano en el que tiene lugar el movimiento.

4.- Superficie de apoyo:

Movilizar al paciente de forma que se desplace sobre una superficie de apoyo, ya que estos movimientos aportarán al paciente información sensorial y por tanto le ayudarán en la orientación espacial.

5.- Emplear un único cuidador:

La información mediada será más clara para el paciente cuando proviene de una sola persona.

6.- Postura del cuidador:

Mantener la espalda recta, para que las cargas que actúan sobre ella lo hagan de manera vertical y así evitar contracturas musculares o cualquier otro trastorno de la columna vertebral. Apoyar los pies separados y flexionar ligeramente las rodillas.

7.- Movimiento alineado del paciente:

No mover todo el cuerpo, si no por partes y moviendo las distintas regiones corporales más pesadas de una en una y poniéndolas en dirección al movimiento.

Técnicas de movilización de pacientes:

Siempre que sea posible hay que empezar con movilizaciones pasivas de las diferentes articulaciones como: hombros, codos, muñecas, rodillas, tobillos… lo que nos ayudará a mejorar o mantener las capacidades funcionales del paciente y al mismo tiempo servirá de calentamiento para las posteriores movilizaciones que vayamos a realizar.

1.- Movilización hacia un lateral de la cama:

Se procede a dividir el cuerpo del paciente en tres segmentos: tronco, pelvis y miembros inferiores y se van a movilizar cada uno por separado. El cuidador se coloca del lado de la cama hacia el cual va a trasladar al paciente, a la altura del segmento que va a mover en ese momento y manteniendo siempre una postura dinámica. Para movilizar el tronco el fisioterapeuta pasa sus brazos por debajo de las axilas del paciente para sujetarle por la espalda.2.

2.- Sentar al paciente al borde de la cama:

Se moviliza al paciente hacia un lateral de la cama. Después pasa uno de sus brazos por debajo de la nuca del paciente para sujetarle a la altura de la escápula y con el otro brazo le sujeta los miembros inferiores a la altura de las rodillas mientras el paciente coloca el brazo libre sobre el hombro del cuidador.

3.- Trasladar a un paciente:

El cuidador se coloca por delante del paciente, con la espalda recta y piernas en posición de dar un paso (con una pierna suya entre las piernas del paciente y la otra hacia atrás flexionando las rodillas), después rodea la espalda del paciente con sus brazos a la altura de la cintura y al mismo tiempo el paciente apoya sus brazos sobre los hombros del fisioterapeuta. Finalmente y  manteniendo la postura, inclina el tronco del paciente hacia delante y después lo levanta hacia arriba hasta dejarlo colocado en bipedestación.

Referencia:

Mencía Seco, Victor Ramón. (2003): Trastorno de movilidad y movilización de pacientes. Jaén: editorial Formación Alcalá.

https://www.efisioterapia.net/articulos/tecnicas-movilizacion-y-transferencias-pacientes

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